Su aparición es casi inadvertida: hambre y sed excesivas, una baja de peso inesperada y cierta sensación de fatiga. Se empieza a intuir que algo no está bien cuando llega el hormigueo en pies y manos. Ahí aparece el diagnóstico funesto: se padece de diabetes.
Su aparición es casi inadvertida: hambre y sed excesivas, una baja de peso inesperada y cierta sensación de fatiga. Se empieza a intuir que algo no está bien cuando llega el hormigueo en pies y manos. Ahí aparece el diagnóstico funesto: se padece de diabetes.
Lo que sigue implica una gran responsabilidad para el paciente, su familia, pero también para el sector salud e incluso para el lugar de trabajo.
¿Por qué debe importar que se tengan colaboradores enfermos de diabetes?
El estudio más amplio sobre la diabetes miellitus II (DMII; el tipo de diabetes más común) que se ha hecho en México en últimas fechas es de la Fundación Mexicana para la Salud (Funsalud) y es de 20131; desde entonces ya había lanzado números preocupantes: registraba a 6.4 millones de mexicanos con el diagnóstico, el 9.2% de la población adulta (de 20 años en adelante). Esto sin contar la población sin diagnosticar o con riesgo de sufrir la enfermedad.
Según refiere una nota del 28 de abril de este año, en un encuentro de especialistas en diabetes en Puerto Vallarta, la cifra aumenta a niveles alarmantes: 12 millones de personas enfermas, y el estimado indica que para 2045 la cifra podría aumentar a 22 millones.
De estos enfermos, el 72% muere prematuramente. El resto vive mermado de sus capacidades físicas, con problemas como pérdida de la vista, amputaciones o riesgo de eventos cardiovasculares. La población con más posibilidad de ser diabéticos está entre los 50 y 74 años.
Es la segunda causa de muerte en México y está entre las cinco principales causas de años vividos con discapacidad. Entre los retos que entraña la DMII se encuentra su dificultad de detectarse a tiempo: en muchas ocasiones se diagnostica cuando está en un grado avanzado, lo que implica tratamientos más complejos y costosos.
Para 2013, la carga económica por la DMII se estimó en casi 363 millones de pesos; el correspondiente al 2.25% del PIB. Sus costos directos casi alcanzaban los 180 mil millones de pesos; el mayor porcentaje recaía en la atención médica. Los costos indirectos rebasaban los 183 mil millones de pesos: el 72% de ellos venían de muerte prematura; el resto, de la imposibilidad del enfermo para realizar alguna actividad.
En las empresas, estos números implican fenómenos como ausentismo, incapacidad, invalidez y presentismo. O los enfermos mueren prematuramente, o viven años mermados de su capacidad productiva.
La paradoja está en que una diabetes bien controlada, en la que el enfermo atiende su medicación y cambia sus hábitos de alimentación y salud, no implica un costo mayor que otras enfermedades. Según determina el reporte de Funsalud, un diabético bien controlado invierte en su tratamiento de mil a ocho mil pesos al año (contra, por ejemplo, el VIH, cuyo control se estima en cerca de 45 mil pesos anuales).
¿Cómo pueden contribuir las empresas con sus colaboradores enfermos, o con riesgo de padecer diabetes?
Una empresa responsable puede unirse a la campaña contra la diabetes con la creación de buenos hábitos de los colaboradores ya enfermos y de quienes están en riesgo de padecer la enfermedad. Las actividades más estimadas son la promoción del autocuidado en prevención y control de la diabetes; inducir a las personas a modificar hábitos de vida; y realizar mediciones periódicas, una vez al año, de los niveles de hemoglobina glicosilada del personal.
El informe sobre la diabetes revela que apenas el 6% de las personas con diabetes logran llevar una vida sin complicaciones.
Debemos hacer que crezca este porcentaje: ofrecerle al enfermo las herramientas para ser una persona en plenitud de sí mismo, que pueda aportar talento, energía y productividad a su familia, a sí mismo y al espacio donde labora.
1Carga económica de la diabetes mellitus en México, 2013. Funsalud (Fundación Mexicana para la Salud), 2015.